Basta ver los reflejos de las miradas perdidas para darse cuenta de la inmensidad apasionada de la máxima expresión del amor en lo más profundo de nuestro ser...
Cuando en las noches percibo la sutil caricia de la brisa en mi rostro, cierro los ojos, siento tus caricias repartidas por toda mi piel...
Cuando a la media noche me despierto y observo la plenitud de la oscuridad, percibo tu fragancia con solo recordarte...
Al abrir los ojos en el amanecer de cada día, recibir el grato regalo de tu sonrisa reflejada en mis más profundos recuerdos, que de inmediato regalan la expresión perfecta de la felicidad en mi rostro...
Al respirar profundamente, como lo hago cada mañana, percibo el instante sublime de mis labios acariciando tus besos, de mi piel despertando con tu sentir, de mis ojos viéndose reflejados en tu mirada, de mi ser redescubriéndose cada instante con tu ser, en uno solo.
Cómo un ave, en vuelo alcanzando la plenitud de la felicidad...
Así eres… así soy… buscando un breve instante que dure todo el resto de nuestras vidas para volar juntos… para alcanzar la gloria de ser uno solo, hacia el mismo norte…